Un embajador de la nueva humanidad ha de saber ver el futuro a través de su corazón, desde la inocencia que le salva de repetir pasados y que le desvela sueños frescos y atrevidos. |
MAESTROS-EMBAJADORES DE LA NUEVA HUMANIDAD
Mirar
no es sólo observar algo, es también poner parte de nosotros en lo observado.
El poeta lo sabe, el científico aún no lo ha descubierto. Hay toda una ciencia
que está empezando a nacer, en ella la mirada es creadora, reveladora del ser
que somos. Los nuevos científicos ya no podrán crear teorías sin buscar en
ellas la belleza, pues ante todo se sentirán artistas de lo natural y de lo
artificial, sus obras construirán puentes entre estos dos mundos que, en el
fondo, tienen un mismo origen: la conciencia.
¡Qué
hermoso investigar sabiendo que nuestra mirada es creadora! Esta nueva ciencia
es para todos, pues todos podemos experimentarla en nuestra propia vida. La
educación tendrá que ir preparando el terreno a esta nueva forma de conocer y
de reconocerse, formando en sus clases a científicos-poetas que se saben
creadores de su vida y con derecho a cocrear una nueva humanidad que ya no
necesitará cauces del amor, pues éste será el aire que se respire. ¡No, no es
una utopía, todo sueño que nace en el corazón tiene el poder de realizarse!
Los
educadores tienen ante sí una oportunidad única, un honor merecido: ser
embajadores de esa nueva humanidad, anticipándose con su imaginación a los
sueños de sus hijos y alumnos. Para reconocer esos sueños han de convertirse en
maestros de corazón, en personas que no
sólo no temen el futuro, sino que lo aman, en seres que ven la luz dentro de
sus educandos, en aventureros que convierten los obstáculos en diversión, en
observadores con mirada inocente.
Querido lector, si tú te reconoces en
estas palabras como uno de estos embajadores, te invito a prepárate, a
reeducarte en los Nuevos Paradigmas del Conocimiento que tienen como base la
conciencia, son territorios mentales
abiertos a nuestro sentir, pensando desde su perspectiva nuestra vida se vuelve
coherente: lo que pensamos, sentimos y hacemos apuntan en la misma dirección.
Un maestro de corazón ha de gozar de esta coherencia porque sabe que sólo así podrá
mostrarse sin máscaras y, gracias a
ello, convertirse en el ambientador mágico que despertará las esencias únicas
de cada uno de sus alumnos. Esas mismas esencias son las que guiarán a esos
alumnos hacia los sueños con los que contribuirán a construir la nueva
humanidad,
¡Ahh, se me olvidaba!, estos embajadores no tienen necesariamente que
tener ningún título de profesor, ni siquiera es imprescindible que sean padres,
basta que se sientan así en su corazón: maestros-embajadores de la nueva
humanidad.
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