Durante nuestra educación hemos ido cediendo paulatinamente el poder de decisión sobre nuestra atención. Se nos ha ido indicando qué era lo más importante para nuestra cultura y nuestra familia a la vez que nos íbamos convirtiendo en sus súbditos. La generalidad del proceso lo ha tornado invisible, de tal manera que no hemos echado de menos la pérdida del poder sobre nuestra atención.
Nuestra educación ha hecho que desconectemos de nuestra presencia y que perdamos el control sobre nuestra atención. Así se explica que podamos ser manipulados a través de lo que consideremos importante, olvidando que esto no es más que algo específico de una cultura, de una familia y de un momento determinado de nuestra historia. Las personas pueden llegar a matarse por discrepar en lo importante, pero jamás lo harían si se relacionasen desde lo esencial. Por eso, la mejor manera de ir hacia una humanidad de harmonía y de respeto mutuo es recuperar nuestra presencia, que no es más que el anuncio de nuestra esencia, con esta tarjeta de visita no es posible quedar atrapados en el conflicto.
Nuestra presencia nos hace los dueños de nuestra atención, a partir ahí nacemos a nuestra auténtica libertad ... |
Ha llegado el momento de educar potenciando la presencia de nuestros hijos y alumnos, y de que estos puedan decidir libremente sobre su atención. Para ello los educadores hemos de ir en pos de nuestra propia presencia y de recuperar el poder sobre nuestra atención. A medida que avancemos en este camino se irá apagando la vela de nuestra autoridad y encendiéndose la estrella de nuestra presencia, hasta que nuestra clase y nuestro hogar llegue a ser un firmamento de astros con luz propia.
Genial
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