EL MAYOR RETO DE UN MAESTRO, DE CORAZÓN
Un
ser humano es como un faro, imponerle que nos preste atención es como obligarle
a que su luz apunte a donde nosotros queramos. Hemos sido educados para ceder
el poder de nuestra atención a los intereses de una cultura, de un momento de
la historia, de una familia ... hemos sido educados para renunciar a la
libertad de decidir hacia dónde apuntamos nuestra luz. ¿De qué sirve nuestra
presencia si nuestra atención está cautiva?
Educar
empoderando es liberar la atención de nuestros hijos y alumnos para que puedan
sentir su propia presencia y se constituyan, así, como los creadores de
su propia vida, dirigiendo su luz en la dirección que les marque su corazón y
no en la de los intereses de un determinado estatus. Aprender a enseñar sin
adueñarnos de la atención de nuestros alumnos es el mayor reto del maestro, de
corazón.
Para lograr alcanzar esta meta los educadores hemos de comenzar por recuperar el poder de nuestra propia atención, retirándola de lo que se nos ha dicho que es importante y que sin embargo no podemos habitar desde el corazón. Se trata de que el haz de luz, que es nuestra atención, nazca en el centro de nuestra propia esencia y que desde él decidamos a dónde dirigirlo. Sólo un faro libre está en condiciones de educar a personas libres.
Si
tú mismo, querido educador, encuentras
las respuestas a tus dudas, sin recurrir a autoridades que anden el camino por
ti, te convertirás en un maestro que enseñará a sus alumnos a hacer lo mismo,
en un maestro empoderador que no necesita secuestrar la atención de nadie; en
este punto sustituirás tu autoridad por tu presencia. Mientras tanto no te
juzgues por no conseguirlo, este juicio estaría secuestrando tu propia
atención.
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