Reflexionar, tal como hemos sido educados, consiste en reflejar en la mente algo que proviene de fuera de ella y racionalizarlo, es decir, tratar de amoldarlo a las creencias con las que hemos ido configurando nuestro ego; precisamente por esto la razón por sí sola no puede cambiar nuestra realidad, pues intenta continuamente amoldarla a lo que ya conoce, es la llamada “mente de mono”, que encierra sus pensamientos en cajas-creencias- sin percibirse de ello.
EDUCAR SIN ATADURAS AL CONOCIMIENTO
Reflexionar, tal como hemos sido educados, consiste en reflejar en la mente algo que proviene de fuera de ella y racionalizarlo, es decir, tratar de amoldarlo a las creencias con las que hemos ido configurando nuestro ego; precisamente por esto la razón por sí sola no puede cambiar nuestra realidad, pues intenta continuamente amoldarla a lo que ya conoce, es la llamada “mente de mono”, que encierra sus pensamientos en cajas-creencias- sin percibirse de ello.
La forma en la
que hemos recibido el conocimiento a través de nuestra educación nos hace
dependientes del mismo, sometiendo nuestras reflexiones a unos cercos
“invisibles”: lo cultural y científicamente aceptado. Para que el educador
pueda revelarse y revelar a sus alumnos e hijos estos cercos es necesario
introducir el espíritu científico en la enseñanza, pues éste lo primero que
hace es hacerse consciente de los límites de la mirada que está empleando
cuando estudia algo, la percepción siempre tiene unos límites y las
conclusiones que saquemos al emplearla dependerá de ellos.
Si hubiésemos
sido educados en el espíritu científico al escuchar en la tele a un físico
teórico hablar de universos paralelos, de la no linealidad del tiempo, de la
información del vacío, del papel activo del observador en cualquier
experiencia, de agujeros de gusano …
empezaríamos a imaginar y a cavilar cómo todo eso puede ayudarnos en
nuestra vida cotidiana, cómo una apertura de mente tan grande puede cambiar
nuestra visión del mundo, que en definitiva es la que va a marcar el desarrollo
de nuestros potenciales. Sin embargo, escuchamos al físico como si estuviese
hablando de un universo distinto al nuestro, ya que hemos aprendido a ver el
conocimiento como algo que crean otros y que por lo tanto no nos puede afectar
directamente en nuestro discurrir diario, y mucho menos pensamos que podamos
aportar algo desde nuestra propia experiencia vital.
El conocimiento
de los Nuevos Paradigmas es fundamental para que el maestro pueda tener el
suficiente contraste como para reconocer los límites de lo que enseña, es
decir, poder siempre “dar la lección” indicando antes el marco cultural y de
paradigma en el que el temario está contenido. A partir de ahí, se puede
invitar a los alumnos a reflexionar tanto dentro-visión oficial- como fuera de
ese marco, de esta manera estamos educando más allá de las descalificaciones a
lo que no nos gusta, estamos iniciando un camino hacia la auténtica sabiduría,
que nunca se ata a ningún conocimiento.
Para que el
docente pueda iniciar este camino ha de superar su propia educación, es decir,
las ataduras a los conocimientos aprendidos. Se ha de convertir en su propio
maestro para siempre, a sabiendas que lo que imparta cada curso será diferente,
pues sus conocimientos irán creciendo y su mirada con ellos. Ya no hablará de
la ciencia y los científicos, sino que será un científico que verá en sus
alumnos unos compañeros con los que investigar la vida y sus misterios, la
clase entera se tornará un laboratorio en el que aprender a desplegar el
espíritu científico.
Los “Nuevos
Paradigmas del Conocimiento” son el punto de salida, pues ellos no parten de un
método científico- sometido a visiones culturales- sino de un espíritu
científico, que además de definir siempre sus límites de mirada va más allá de
lo objetivo, al enfocar también hacia el interior de las personas y hacer del
autoconocimiento su eje fundamental. La Física Cuántica ya ha establecido que
el observador y lo observado son inseparables, ahora hace falta llevar esta
mirada a todo tipo de conocimiento que queramos impartir, para ello el maestro
ha de reeducarse en los Nuevos Paradigmas, volver a sentirse alumno, esta
vez de forma autodidacta y para siempre, a partir de ahí entrar en
clase será algo muy diferente, pues ya no estará educando para atar a sus
alumnos a unos determinados conocimientos, sino para que ellos mismos puedan
convertirse en creadores de conocimiento, eso sí, siempre desde su propia
sabiduría.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Muy interesante. Todo el tiempo estamos limitados por los muros que levantan entre las personas, los enfoques pseudocientíficos. A los autistas, nos miran con un velo en los ojos, porque no quieren desaprender que el Autismo no es una "patología psiquiátrica", se trata de una condición del neurodesarrollo. Son dos miradas distintas, una mira a una persona enferma que hay que reparar y la otra mira a una persona que tiene otro desarrollo neurológico a la mayoría. Se trata de aprender a mirar sin patologizar a las personas, basados en buscar evidencias científicas, no conjeturas basadas en vaya a saber cuál retorcida interpretación. Hoy estoy muy triste, porque la pseudociencia hace daño.
ResponderEliminar