EDUCAR DESDE EL ESPÍRITU CIENTÍFICO
La edad no es un fenómeno físico, ya que los átomos del cuerpo de un
anciano son igual de antiguos que los de un niño. La materia no envejece,
entonces … ¿qué es lo que se hace viejo en nosotros …?
Este tipo de preguntas son las que hay que llevar a nuestras escuelas,
cuestiones cuyas respuestas no están en los libros de texto; solo con preguntas
“inquietantes” se puede despertar el espíritu científico. Un examen en el que
la autoridad son los temarios, en el que la originalidad del alumno es
prácticamente un estorbo, en el que se quiere poner una nota a la inteligencia
sin provocarla … es un generador de cientifistas y no de científicos.
Un temario nunca puede estar por encima de la inteligencia de los
alumnos, por la sencilla razón de que éste está muerto y ellos vivos. Un
maestro, de corazón, es ante todo un ser consciente de la vida que crea y que ve
en sus alumnos también a creadores de vida. Los profesores no han de estar al
servicio de un plan de estudios, sino al
servicio del amor a la vida.
Un
educador ha de provocar la sabiduría en sus hijos o alumnos; las preguntas
inquietantes, cuyas respuestas están más allá de las creencias habituales, son
una poderosa herramienta para lograrlo. Cuando un maestro formula una en su
aula está invitando a sus alumnos a un viaje de descubrimiento, convirtiendo a
su clase en una nave exploradora de nuevos e incógnitos territorios, una
experiencia así jamás es olvidada por sus alumnos: es educar desde el espíritu científico.”
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