UNA DEMOCRACIA REAL EMPIEZA POR EL AUTOCONOCIMIENTO
Nuestros egos han
sido estructurados dentro de la dualidad, por eso el enfrentamiento entre
humanos ha estado presente en todas las culturas. Los personajes que hemos
representado se han repartido de forma y manera que hubiesen siempre papeles de
buenos y malos.
La historia en las escuelas se explica siempre
en función de conflictos religiosos, sociales, económicos … sin entrar a
preguntarse por la verdadera fuente de
los mismos: las creencias con las que construimos nuestros egos. Esto es debido
a que nuestra enseñanza nos ha privado siempre del mayor tesoro de la
educación: el autoconocimiento.
Las lecciones siempre se han impartido como
algo en lo que el estudiante no participa, tan solo se le pide que las aprenda.
Este modelo de educación no crea ciudadanos libres, sino súbditos de las
creencias dominantes en la cultura correspondiente, haciendo imposible la
existencia de una democracia real. El régimen parlamentario es en sí mismo una
delegación de poderes en los partidos políticos, que deja al ciudadano fuera de
una democracia cotidiana. Para lograr ésta es necesario que la misma sociedad
tenga un entramado democrático, es decir, que
sea democrática en todo el tejido social: familias, escuelas, empresas,
instituciones … No se trata de que la
democracia se exprese de la misma manera en todas ellas: el espíritu
democrático no consiste en votar, sino en aprender a escuchar al otro y saber
ponerse en su lugar, comprendiendo que no se puede crear una sociedad sin tener
en cuenta a todos, Si queremos además acertar en nuestras decisiones entonces
es necesario que todos los ciudadanos nos conozcamos a nosotros mismos, ahí es
donde entra una educación centrada en el autoconocimiento.
La enseñanza
centrada en autoridades y no en la persona, que hemos recibido, nos ha llevado
a la incoherencia de hacer examinar a nuestros alumnos de bachillerato del
principio socrático de “conócete a ti mismo” y, sin embargo, no enseñarles cómo
llevarlo a cabo, seguro que esto no le hubiese gustado en lo más mínimo a
Sócrates, en este hecho se ve que ni siquiera honramos a los personajes
históricos, sino que buscamos más bien, de forma absolutamente inconsciente,
servir a unos determinados modelos de sociedad: es la educación basada en las
creencias, que ayuda a mantener unos valores culturales.
Ahora, tenemos
la oportunidad de mirar al ser humano de una manera más profunda, más
holística, como alguien que tiene en su interior una sabiduría que aportar al
mundo y a los demás. En esta perspectiva la educación no puede seguir siendo
mera instrucción para mantener a una determinada cultura, sea la que sea. Es
necesaria una enseñanza que logre quitar el polvo del diamante que hay en cada
hijo o alumno, para que pueda mostrar su auténtico y singular brillo. Éste
constituiría el primer paso para llegar a una humanidad en la que cada
individuo sería en si mismo un tesoro, la democracia entonces no sería más que
una manera sabia de repartir la abundancia.
Te parecerá que
estoy soñando… y tendrás razón, pero es que sólo los grandes sueños pueden dar
lugar a grandes realidades. El camino hacia una democracia real necesita tener
un claro horizonte por lejano que nos parezca, ya que éste es la garantía de no
perdernos en las numerosas nieblas que encontraremos en tan fantástica
aventura. Las pequeñas metas que consigamos serán siempre un paso, la unidad
imprescindible de todo caminar.
Conocernos a nosotros mismos es un paso imprescindible y las escuelas el
lugar ideal para que todos puedan acceder a él, ¿hay algo más esencialmente
democrático en estos momentos …?
Si te interesa profundizar en el tema de llevar el autoconocimiento a nuestras escuelas, te invito a escuchar la conferencia titulada "La segunda alfabetización del mundo: el autoconocimiento en clase", dura algo menos de una hora, para acceder a su audio basta que hagas clic en el siguiente link:
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