EDUCAR PARA LA SABIDURÍA


    
      Al igual que nuestra galaxia, La Vía Láctea, sólo la podríamos ver en su totalidad estando fuera de ella, la realidad integral de lo que somos sólo la podemos comprender saliendo de nosotros mismos. Esto no es algo imposible, pues afortunadamente tenemos a los demás para conseguir sentirnos desde fuera.
  

La galaxia de Andrómeda la podemos fotografiar precisamente porque no es la nuestra

      Cada experiencia de convivencia es un tesoro si la observamos desde el espíritu científico, dirigido hacia nuestro autoconocimiento. Como detector de alta precisión tenemos nuestras emociones, que hacen de nuestro cuerpo todo un aparato de medida. Para interpretar los datos tenemos multitud de creencias y teorías científicas, provenientes de todo tipo de corrientes de pensamiento. Esta gran variedad de opciones no hará más que hacernos dudar sobre cuál es la más apropiada si intentamos decidir sólo desde el intelecto. Un auténtico autoconocimiento no es posible sin un recurso que esté más allá de nuestra mente programada y que tenga el don de saber integrar: nuestro sentir. Éste no tiene nada que ver con las emociones, pues éstas tienen su origen en nuestro ego y, por lo tanto, están sometidas a las creencias con las que le hayamos estructurado.
       El espíritu científico, que implica una mente abierta, observadora y curiosa, y el sentir, que nos conecta con nuestra propia esencia impidiendo con ello que nuestras observaciones queden distorsionadas por nuestras creencias, constituyen el binomio indispensable para andar un auténtico camino de autoconocimiento.
       La introducción de este binomio en la enseñanza como eje fundamental de la misma, haría de nuestras escuelas auténticas universidades, pues todo el mundo en ellas estaría investigando algo único: su propia vida y sus potenciales. La educación se convertiría nada menos que en una puerta a la propia sabiduría, formando a ciudadanos libres capaces de saborear la vida y sus misterios.
       Todos los campos del conocimiento entrarían en una era dorada, luminosa, ya que todo ser humano brillaría como una estrella con luz propia; la humanidad en su conjunto sería como una luminosa galaxia.
   
Ell binomio "espíritu científico" y "dejarse sentir" puede ayudar a  revelarnos como astros con luz propia y, así,  conseguir que brille nuestra propia sabiduría 

       Si todo esto te parece algo inalcanzable no te preocupes, esa sensación es fruto de la educación que hemos recibido, que no sólo nunca nos ha hablado de nosotros mismos, sino que ha marginado al autoconocimiento. Pero nadie nos puede impedir volver a educarnos, por cierto, el autodidactismo también ha sido marginado.
      ¿Qué te parece introducir en tu vida cotidiana el binomio espíritu científico y sentir …? Medios tienes de sobra, pues la convivencia te dará toda la “materia prima” que necesites para experimentar. ¿Cómo empezar …? Mira a un horizonte despejado, respira hondo y a la vez pídele a tu corazón que te inspire,  pues en él tienes los tres grandes dones: sabiduría, sensibilidad y poder, que como tres auténticos “Reyes Magos”  están siempre dispuestos a darte lo que les pidas, ¡claro está! si lo haces desde la inocencia del niño …
   
  

1 comentario:

  1. Preciosa entrada Carlos, toda mi vida docente he pensado eso. Hay muchos/as que no lo entienden y por eso el arte de educar no es para todos/as es para algunos que tenemos ese toque especial y sabemos ver más allá de los textos y sentir más que un número de alumnos por aula. Me identifico mucho y gracias por estar y enriquecer mi vida cada día :) un abrazo fuerte

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