EL CONOCIMIENTO VIVO: LA SEMILLA DE UNA EDUCACIÓN CREATIVA



    Hemos recibido siempre el conocimiento como algo ya elaborado, como un producto manufacturado en el que nuestra labor es simplemente consumirlo o guardarlo para cuando nos pueda ser útil. El libro de texto ha sido algo cerrado, un archivo de solo lectura, en el que los alumnos no podíamos cambiar ni una tilde, es la educación en autoridades, en la que aprender deja de ser un acto creativo y se convierte fundamentalmente en un proceso de almacenamiento. La persona “inteligente” se reconoce por ser capaz de interrelacionar  los “archivos” no sólo memorizarlos, eso sería labor del “empollón”. Algunas personas “excepcionales”, a las que hemos llamado genios, se atreven a escribir nuevos conocimientos, constituyendo toda una casta de creativos. Lo último que ha de pretender una  auténtica educación es crear clases de favorecidos, por eso es necesario dar un golpe de timón y ver el conocimiento no sólo como algo a trasmitir, sino como algo a crear y recrear en nuestras aulas, en definitiva, empezar a verle como a un ser vivo, al que todo el mundo pueda nutrir y hacerle crecer.
   Para definir esta nueva forma de ver el conocimiento podemos ayudarnos de las características que vemos en los seres vivos. Por ejemplo, los animales tienen una piel que limita su cuerpo y además les sirve para relacionarse con el mundo exterior, para sentirlo, para sentirse parte de él; del mismo modo hemos de descubrir o más bien crear esa piel en todo tipo de conocimiento. Gracias a ella podríamos  reconocer  límites, así evitaríamos confundir un determinado conocimiento con la verdad y que invadiese los campos de otros, además esta misma piel es la que le permitiría relacionarse con esos otros, sentirlos, comunicarse con ellos y, en un sentido poético y necesario para hablar de vida, acariciarlos, tactarlos …  ¡Sí!, los conocimientos vivos han de estar habitados por el sentir, de hecho, este mismo sentir es una fuente de creatividad, un alimento para hacer crecer el cuerpo del conocimiento: ¿nos hemos preguntado alguna vez que estábamos sintiendo antes de tener una intuición …?

Sentir forma parte de un conocimiento vivo, no sólo para hacerlo propio en quien lo experimenta, sino también para descubrir cosas que enriquecen al mismo conocimiento, que le hacen crecer más allá de los límites del  libro de texto, que convierten al alumno en un auténtico científico. (En la imagen una escena de la película-documental "Entre maestros")

    Un conocimiento que siente ha de trascender la idea de objetividad del método científico y basar su avance en el espíritu científico. Nacemos con éste último en funcionamiento, basta mirar cómo aprende un niño antes de entrar en el sistema escolar, pero poco a poco las presiones exteriores nos van haciendo abandonarlo, así nuestro “crecimiento” se ha basado en dejar de lado la esencia de toda ciencia: la curiosidad y el espíritu indagador que provoca, substituyéndola por el cientifismo, que es la estructura que sostiene un conocimiento muerto para aquél que lo aprende. Esta educación en autoridades es la explicación de la pérdida de la creatividad en nuestras escuelas a la que hace referencia Ken Robinson. No se puede construir una enseñanza basada en la creatividad trasmitiendo conocimiento muerto.

Recuperar y planificar el espíritu científico con el que nacimos puede hacer de nuestras escuelas y universiades centros de creatividad, su onda expansiva sería un alimento para todos.

   Es posible recuperar en nuestras escuelas y universidades  el espíritu científico con el que nacimos y además potenciarlo con los Nuevos Paradigmas del Conocimiento. Los alumnos no se limitarían a estudiar las obras de científicos o creadores de renombre, sino que serían ellos mismos esos  científicos y creadores en todos los campos. En mi libro “Veintitrés maestros, de corazón –un salto cuántico en la enseñanza” se narran métodos para lograrlo con alumnos adolescentes, en la clase los alumnos se tornan maestros,  pues el conocimiento que les propone su profesor está siempre inacabado y esperando que ellos le den vida con su propio sentir e imaginación, esto provoca que todos enseñen a todos. En la película-documental “Entre maestros”, basada en el libro, se puede ver como el conocimiento vivo lleva de forma natural al autoconocimiento, enriqueciendo a las personas y ayudándolas incluso a superar sus obstáculos íntimos.
    El despliegue del conocimiento vivo en nuestra educación nos puede conducir hacia una humanidad que deje de lado sus victimismos, basados en la pérdida previa de su creatividad en nuestras escuelas. Una sociedad sin victimas es la base para un auténtico progreso social: ¿hasta dónde puede llegar un ser humano creativo y con su corazón abierto a la vida …?



 

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